La sempiterna alianza entre las oligarquías portuarias
durante dos siglos ha mantenido a raya todo intento de desarrollo soberano y
acceso de la población a los recursos del continente. Es la historia de los
golpes de estado, intervenciones extranjeras, bloqueos masivos sin declaración
de guerra, caso de Cuba o Venezuela, pero eso ya no basta, ni siquiera importa.
El proceso de africanización de América Latina como gran reservorio de recursos
para la unión norteamericana en momentos en que se produce su repliegue a nivel
mundial frente a la emergencia de nuevas potencias mundiales. La entende Chino-rusa
genera un espacio continental de irresistible potencia llevando a los EEUU a
encapsularse en la isla continental. Y ese es el sentido último de la consigna
“América primero” que es la versión reculante de la “doctrina Monroe”.
La destrucción de los enunciados políticos por “ideológicos”,
la desvalorización de la política como forma de construcción de ciudadanía va
de la mano de la propuesta “gerenciocrática” por la cual los países deben ser
administrados, no gobernados, por cuanto las políticas de gobierno han de venir
desde los organismos multilaterales externos.
Las nuevas tecnologías de comunicación social por su
novelería generan credibilidad, pero son altamente controlables y manipulables
por agentes multiplicadores que tienen a crear realidades virtuales y con ello
condicionar la opinión y las afectividades de las personas. Y esto lo vemos en
la masiva presencia de trolls, de noticias manipuladas, de identidades y
noticias falsas que incautos miembros de
estas redes son incapaces de discernir, por lo que el resultado es una general
ansiedad, sorpresa e incertidumbre. Ese es el sustrato psicológico que necesitan
los agentes de la anarquía para llevarnos a estados de tiranía política y de
convulsión social, de la cual el resultado lo tenemos a la vista en la
disolución de los estados, otrora prósperos y poderosos, de medio oriente, hoy reducidos
a una geografía donde operan decenas de bandas criminales, mercenarios
internacionales, en lucha permanente por el dominio de los recursos
productivos. Lo que ya es una terrible realidad en África y el oeste de Asia,
comienza a esbozarse en América con la destrucción de los estados, caso de Méjico
, Colombia, y todo Centro América, donde el militarismo y las bandas criminales
se sobreponen a los estados nominales que figuran en los mapas, porque en esos
países no operan las instituciones que deben mantener la organización social y
brindar derechos y prosperidad material a sus poblaciones a las cuales solo
dejan el camino de la emigración masiva por hambre o terror. Entonces el imperio se abroquela tras
sus muros, los “barbaros “del sur, los expulsados de sus países por la miseria
sistemática programada por sus gobiernos títeres, llegan a su frontera…¿Podrán
contenerlos sin provocar el colapso de toda la región? ¿La implosión de los
estados fronteros de México que, tras poco mas de un siglo de usurpación,
siguen siendo demográficamente latinoamericanos? El dilema esta entre que los
dejen vivir en paz en sus tierras o les abran sus fronteras. Estos migrantes no
son pueblos invasores con sentido de
identidad, no son conquistadores, son desterrados sin patria, se mueven
encandilados por la gran mentira que los
publicistas muestran como “forma norteamericana de vida” y que está en el
escaparate inaccesible de sus miserables sociedades.
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