Este estado de confinamiento urbano, que ha instalado el cautiverio universal, un estado de sitio con
buenos modales, el piadoso control ciudadano, jocundos ajustes fiscales,
aplaudidas reducciones salariales, masivas medidas punitivas, todas medidas que
han merecido el aplauso universal.
La coalición multicolor, milagrosa farándula de arribistas,
se dispone a imponer su restauración liberal en Uruguay mediante una “ley bus” que están dispuestos a aprobar
con los pies. La conducción económica ya no está en manos del catedrático
profesor Astori y su multifacético equipo de técnicos universitarios. Lo
remplazan los Ceos del empresariado vinculado a las finanzas y a los
agronegocios. Nos gobierna la Asociación Rural , la esmirriada cámara
empresarial local y la City financiera desde los estudios de Posadas y Vecino.
Y todos estos grupos de interés plasmaron en un proyecto de “ley de urgente
consideración”, su lista de pedidos al
Partido Nacional. El resto de los coaligados que pusieron sus espaldas
como escalones en el ascenso de Luis I, premiados convenientemente con cargos y
prebendas varias, están condenados a asentir y aplaudir, so pena de perderlas.
Es así que, pasado el sopor del verano, los uruguayos llegan
al primero de Marzo con un gobierno regalado por el hastío frentista y la
demagogia mediática instalada durante todo el quinquenio anterior, tras una
larga campaña que comenzara el dos de marzo del 2005…un largo proceso de
desgaste mediático facilitado por la incapacidad de innovación de la
gerontocracia frentista.
Si alguien dijo que la historia se repite primero en drama y
luego en comedia, habrá llegado la hora de reírnos de nuestra propia desgracia.
Las dictaduras setentistas, usaban capuchas. Las del siglo
XXI tapabocas profilácticos… estamos ante una versión “recargada” de aquellas,
en su segunda generación, que surgen rejuvenecidos en medio del aturdimiento
general en medio de bocanadas humo de incienso, de invocaciones a San Keynes
por parte de la anoréxica y Parca al cargo de la economía del país. ¡Sin
oposición!
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