La red de Facebook
es inspirador de distopias. Es en sí una distopía en evolución. La
ingenuidad de la gente que cree estar en un foro, que los que aparecen son
reales, o por lo menos seres humanos que llegaron allí por simpatias y no
producto de una selección de mercadeo algorítmico. Muchos creemos, suicida e
ingenuamente, que podemos despertar a alguien de su engaño. No, simplemente
estamos alimentando al monstruo, a la I.A, que está procesando todo lo que
aparece, desde esto a nuestros correos “privados”. ¿qué hay de privado aquí,
alguien puede garantizarlo? Ninguno, ni
el presidente Trum, pudieron evitar ni el espionaje ni la censura de estos
dioses del olimpo empresarial. Puede que
no nos de la vida para ver al monstruo llegar, por lo menos, a la adolescencia.
Hoy está en pañales, balbuceando las mil lenguas de la babilonia humana,
aprendiendo todos los usos y costumbres, memorizando todas las caras,
registrando todos los andares, todas las voces, para su registro, eventual
identificación y más segura captura en caso de necesidad. Pero estoy seguro de
que mis nietos sí, ellos ingresarán en un mundo totalmente distinto, imaginado,
tal vez, por los grandes novelistas del siglo anterior, los que vieron los
primeros síntomas y los rumbos que tomaba esta civilización. Pero, como las
reacciones nucleares en cadena, los procesos se desarrollan no aritméticamente,
1,2,3, 4, etc. sino en forma exponencial, 2-4-8-16-32-etc. Si la población evoluciona aritméticamente, el
conocimiento lo hace exponencialmente, por eso en un siglo pasamos del teléfono
a manija a internet global. De la calculadora a la IA. Esto que, como toda novedad impacta, son
espejitos de colores para nosotros los “indios del sur”. Y, como ya lo hemos
visto, los indios han desaparecido, los que se parecen fenotípicamente no se
reconocen a si mismos, son la sombra de sus muertos ancestros.
El monstruo
solo está engordando, aprendiendo, como todo bebé. ¡Aprende y sistematiza, los
prejuicios raciales y culturales de sus desarrolladores! Pero, la culpa no la
tenía Frankenstein hijo, sino su ingenioso padre, que creía tener alma humana.
Pero este monstruo inorgánico, mecánico, matemático, no tiene alma, como no la
tienen sus desarrolladores que la van perdiendo a medida de que progresan en su
creatura.
Han desarrollado
un poder sin alma, que maneja corporaciones, estados, fábricas automáticas de armas, ejércitos de
humanos y de autómatas mercenarios…el invisible “sistema”.
Cualquiera
puede haberlo probado personalmente en pequeños mandatos, órdenes, exigencias,
inflexibles e inapelables, enfrentado a aplicaciones, al “estado electrónico”,
a las “ofertas en línea”, etc. ¡Eso es solo el comienzo! El anticipo es la “realidad virtual”, que como
en la película “Matrix”, se anticipa
como una existencia creada por las máquinas, re construida por su memoria de
una humanidad desaparecida hace tiempo….
Una reducida
y furtiva humanidad, en selvas, montañas inaccesibles cavernas, en pequeños
clanes será lo que quedará de los redimidos Charrúas.
¡SAL SI
PUEDES!
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