EL LEGADO DE BENJAMÍN FRANKLIN
A mediados del siglo XVIII se
debatía en el mundo anglosajón, Inglaterra y sus colonias americanas, las
virtudes del desarrollo industrial. Son de ese siglo los aportes de Adam Smith,
en su famoso panfleto liberal “La Riqueza de las naciones”, los estudios de
R.Malthus alertando sobre la explosión demográfica que comenzaba a gestarse por
el industrialismo. Todos estos pensadores han tenido mayor o menor difusión en
el mundo castellano, menos uno, principalísimo, nacido en las colonias
angloamericanas, Benjamín Franklin, al cual no en vano han premiado con su
esfinge al mas popular billete imperial de cien dólares. Aquí se le conoce como
inventor del pararrayos, pero su correspondencia política no ha sido ni
divulgada ni apreciada como otros pensadores contemporáneos suyos ya citados y
otros. Tal vez para no “avivar giles”, sin embargo tuvo abundante difusión
entre los no angloparlantes Adam Smith y su panfleto liberal.
Franklin alternó con lo mas
graneado de la intelectualidad anglosajona de su época siendo uno de los mas
lúcidos promotores del industrialismo, dándole el sentido de herramienta para
lograr el futuro predominio de la nación inglesa. Fue el primero en enunciar el
concepto geopolítico de “espacio vital”, doscientos años antes de que Hitler lo
hiciera suyo.
Analizando la demografía de su
entorno saca unas conclusiones con proyección política en los siglos por venir,
dice:”Como el crecimiento de la población depende del incremento que se de a
los matrimonios, las siguientes causas pueden disminuir una Nación: 1-Ser conquistada. Porque
los conquistadores aumentarán las oficinas de impuestos, y extraerán
grandes tributos del trabajo de los conquistados, y todo esto, rebajando el
nivel de vida de los nativos, hace disminuir sus matrimonios, mientras que el
de los extranjeros se acrecienta.”
Esto llevaría, siglos mas tarde,
a que la república imperial del norte en su derrame por el Caribe, en sus
ocupaciones en Nicaragua y Haití de comienzos del siglo XX, lo primero que
impusieron fue gravámenes al consumo (IVA) , establecieron un Banco Central
para fijar una política monetaria que mantuviera sobrevaluada la moneda local frente al dólar, como forma
de impedir la industrialización local y fomentar el fluido de capitales
hacia el exterior, etc .
A mediados del siglo XX estas
directivas, basadas en el pensamiento frankiniano, se impondrían por medio de
los organismos multilaterales como el FMI a gobiernos débiles y tutelados, o
por medio de sangrientas satrapías militares.
Sigue Franklin enumerando los factores
que pueden arruinar a una Nación:2-Pérdida
del territorio: Por ejemplo, los Bretones fueron arrojados a Gales y se agruparon como pueblo en una tierra
árida, que no alcanzaba a mantener tanta gente, mientras los sajones crecieron
en las tierras abandonadas por aquellos, hasta que la isla se llenó de
ingleses”. Fenómeno recurrente en la historia de los pueblos, también se
produjo en América en detrimento de las poblaciones originarias , que o fueron exterminadas o confinadas
en las tierras altas y pobres del continente.
Pero aquí viene lo mejor: 3-Pérdida del comercio: Manufacturas
exportadas favorecen a países extranjeros, quienes se encuentran entonces en condiciones de
casarse y formar familias, por tanto, de aumentar en número. Si se priva a una
Nación de cualquier rama de su trabajo, y no se encuentra trabajo para la gente
que ahí trabajaba, se le privará a su
vez de cantidad de gente”-
Luego enumera otro conjunto de factores que pueden arruinar a una
nación, todos ellos los hemos experimentado en carne propia en la gran nación
iberoamericana, pero vale la pena puntuarlas:”Pérdida de alimentos. “
”Gobierno malo y propiedad insegura”:guerras civiles, pérdida de
recursos alimenticios a manos de otras naciones, etc.
En el ítem 15, anticipa el papel inhibidor del crecimiento demográfico
que tiene el consumismo:” Los lujos
importados y las manufacturas innecesarias importadas y usadas en una nación,
por la misma razón que aumentan la población de
la nación que las provee, hace disminuir la población de la nación que
las consume. Por eso las leyes que protegen contra esas importaciones y promueven las exportaciones, de productos para ser consumidos en mercados,
pueden ser llamadas leyes generadoras, que por aumentar las riquezas del país
exportador, incrementan los matrimonios. Estas leyes favorecen a un país
doblemente, porque aumentan su propia población y disminuyen la de sus
vecinos.” Y los vecinos éramos y somos los sureños. ´Que en tiempos de Franklin
, 1750, superábamos en población a la nación inglesa en su conjunto, la cual,
en ambas márgenes del océano Atlántico, no superaba los diez millones de
personas, en tanto sólo en ibero América se superaban los doce millones. Cuando
Nueva York tenía una decena de miles de habitantes, Mejico, ya tenía ciento veinte mil almas.
De ahí la obsesión de la inteligencia angloparlante por el comercio
como forma crecer reduciendo a su vez a sus vecinos, los sureños, ya llegaría
el momento de la conquista territorial. En el siglo XX en su voraz expansión
hacia el oeste los angloamericanos llegan a las costas del Pacífico, tomando
para sí la mitad de Méjico .
El liberalismo económico fue
un artificio para lograr el crecimiento de la nación inglesa en los últimos
tres siglos. Al sur del Rio Bravo no faltaron invasiones, llamados a las
intervenciones militares extrajeras por parte de los mercachifles de los
puertos, motines militares y subversiones académicas tendientes a mantenernos
en el coloniaje cultural y económico.
Los iberoamericanos , al igual
que nuestros predecesores los indios, nos
dejamos engañar con espejitos de colores y chafalonías intelectuales,
abdicando de nuestra capacidad de cambiar la realidad de acuerdo a nuestras
conveniencias y necesidades. Pueblos sin tierras ni recursos propios, fueron
capaces de parasitar mercantilmente a quienes todo lo tenían bajo sus
pies, porque fueron capaces de crear su
concepto de valor:” A medida que aumenta la tecnificación disminuye el trabajo
necesario, y estos métodos hacen suponer mayor trabajo empleado en su
manufactura que el que realmente hay, creando un precio ficticio, e induciendo
a pagar más por ello que lo que realmente vale” Por ello Franklin concluye que
el enriquecimiento de una nación por medio del comercio es “generalmente engaño”.
Y cuando el engaño no es ya ni
suficiente ni posible, sobrevienen las guerras
de conquista.
La consigna "América para los americanos" unida a "América primero", nos dicen que luego de haber perdido el derecho al gentilicio perderemos también el de la tierra.
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