El Uruguay a partir de su reforma constitucional de 1966, que pasó de un sistema de ejecutivo colegiado, con un parlamento de amplias facultades, a una casi monarquía disimulada de presidencialismo, en el que se limitan las potestades parlamentarias al mínimo. Pudiendo sortear el ejecutivo, como lo hiciera apenas inaugurado el nuevo régimen, su indefección parlamentaria, apelando a las Medidas Prontas de Seguridad, encarcelando opositores, a las Leyes de Emergencia que se votan dejando vencer los plazos de aprobación automática.
Todos estos instrumentos fueron pocos para realizar las reformas “que no se pueden hacer en democracia”, al decir de Mariano Grondona, para eso se convocó a los militares a asaltar las instituciones…
El ballotage, universalmente es considerado un instrumento electoral destinado a garantizar al Presidente un respaldo parlamentario eficiente. Pero en Uruguay, solo ha sido ideado como un instrumento para cerrarle el paso a un partido al poder, al Frente Amplio, por parte de quienes son incapaces de constituirse honradamente en un partido ante el electorado.
Luego de la restauración democrática los partidos lograron un mecanismo para forzar mayorías parlamentarias, en el intento de forzar la continuidad jurídica del proceso, garantizando la impunidad de sus criminales. A eso le llamaron “gobernabilidad”. Con “manos de yeso” constituyeron mayorías fácticas que “ninguniaron” durante tres períodos al primer partido del país. ¡Dos enanos a cacundas jugando a los gigantes!
Este ballotage, único en el mundo, en el que hay que superar el 50% de los votos emitidos, contando los anulados y observados, obliga a en una segunda vuelta a repetir la hazaña, expone al país a la posibilidad, remota pero posible, de una inversión de las voluntades del soberano. Colocando a la representación nacional mayoritaria frente a un poder ejecutivo capturado por los partidos minoritarios coaligados. Situación insólita en que los partidos perdedores se apoderen del ejecutivo. Lo mas parecido a una situación de golpe de estado institucional, que nos llevará inexorablemente al desequilibrio, tal como acaba de suceder en Honduras.
¿Cómo imaginar un ejecutivo con un proyecto político antagónico con el de las mayorías consolidadas en el parlamento? Es retorcer las instituciones al punto de su fractura, es retrotraernos a los viejos tiempos del pachecato.
Cualquier visitante extranjero que observe esta situación institucional paradogica, puede pensar que los constituyentes que elaboraron esta fórmula constitucional eran orates o estaban bajo los efectos de peligrosos alucinógenos.
Pero no es lo mismos estar que hacerse el loco. Y esto último es lo que parece que está sucediendo, cuando se plantea la idea de que en la segunda vuelta se eligen personas y no propuestas. Pero por otra parte se asegura que los antagonistas encarnan dos proyectos distintos de país. ¿Entonces en que quedamos? ¿Son personas, o personajes que encarnan libretos elaborados por sus respectivos partidos? Peligrosos, desconcertantes orates que blanden sus puñales carcajeándose…
Todo un proyecto de reactivación económica está en peligro. De un diseño de país capitalista en serio, con emprendedores sanos y creativos, capaces de canalizar productivamente al ahorro nacional, etc. Falta la siguiente etapa, consolidar un orden jurídico que impida la corrupción institucional, creando un país en serio.
Las esperanzas de la juventud estudiosa, emprendedora, pueden abortar en un solo acto de locura de estos viejos seniles.
Ni ellos se creen la tontera de poner límite desde el ejecutivo a un parlamento con mayoría de un partido. ¡Qué pecado tener mayorías parlamentarias, cuando ellos las han forzado buscando coaliciones a precio de repartijas. Hasta fabricaron el ministerio de Deportes, de la modesta Comisión de Educación Física, para darle un ministerio a Trobo. ¡Repartijas con nombre y apellido para pagar apoyos electorales y parlamentarios!¡Vamos! Realmente lo que buscan es forzar el arrasamiento de la voluntad del soberano expresada en la representación nacional establecida en el Parlamento. ¡Hablen claro, viejos golpistas!
Es hora de dejar de ser un país de mentira, ahogado en la nostalgia, con un pasado de “cola de paja”, para comenzar a construir un país en serMario de Souza.
Todos estos instrumentos fueron pocos para realizar las reformas “que no se pueden hacer en democracia”, al decir de Mariano Grondona, para eso se convocó a los militares a asaltar las instituciones…
El ballotage, universalmente es considerado un instrumento electoral destinado a garantizar al Presidente un respaldo parlamentario eficiente. Pero en Uruguay, solo ha sido ideado como un instrumento para cerrarle el paso a un partido al poder, al Frente Amplio, por parte de quienes son incapaces de constituirse honradamente en un partido ante el electorado.
Luego de la restauración democrática los partidos lograron un mecanismo para forzar mayorías parlamentarias, en el intento de forzar la continuidad jurídica del proceso, garantizando la impunidad de sus criminales. A eso le llamaron “gobernabilidad”. Con “manos de yeso” constituyeron mayorías fácticas que “ninguniaron” durante tres períodos al primer partido del país. ¡Dos enanos a cacundas jugando a los gigantes!
Este ballotage, único en el mundo, en el que hay que superar el 50% de los votos emitidos, contando los anulados y observados, obliga a en una segunda vuelta a repetir la hazaña, expone al país a la posibilidad, remota pero posible, de una inversión de las voluntades del soberano. Colocando a la representación nacional mayoritaria frente a un poder ejecutivo capturado por los partidos minoritarios coaligados. Situación insólita en que los partidos perdedores se apoderen del ejecutivo. Lo mas parecido a una situación de golpe de estado institucional, que nos llevará inexorablemente al desequilibrio, tal como acaba de suceder en Honduras.
¿Cómo imaginar un ejecutivo con un proyecto político antagónico con el de las mayorías consolidadas en el parlamento? Es retorcer las instituciones al punto de su fractura, es retrotraernos a los viejos tiempos del pachecato.
Cualquier visitante extranjero que observe esta situación institucional paradogica, puede pensar que los constituyentes que elaboraron esta fórmula constitucional eran orates o estaban bajo los efectos de peligrosos alucinógenos.
Pero no es lo mismos estar que hacerse el loco. Y esto último es lo que parece que está sucediendo, cuando se plantea la idea de que en la segunda vuelta se eligen personas y no propuestas. Pero por otra parte se asegura que los antagonistas encarnan dos proyectos distintos de país. ¿Entonces en que quedamos? ¿Son personas, o personajes que encarnan libretos elaborados por sus respectivos partidos? Peligrosos, desconcertantes orates que blanden sus puñales carcajeándose…
Todo un proyecto de reactivación económica está en peligro. De un diseño de país capitalista en serio, con emprendedores sanos y creativos, capaces de canalizar productivamente al ahorro nacional, etc. Falta la siguiente etapa, consolidar un orden jurídico que impida la corrupción institucional, creando un país en serio.
Las esperanzas de la juventud estudiosa, emprendedora, pueden abortar en un solo acto de locura de estos viejos seniles.
Ni ellos se creen la tontera de poner límite desde el ejecutivo a un parlamento con mayoría de un partido. ¡Qué pecado tener mayorías parlamentarias, cuando ellos las han forzado buscando coaliciones a precio de repartijas. Hasta fabricaron el ministerio de Deportes, de la modesta Comisión de Educación Física, para darle un ministerio a Trobo. ¡Repartijas con nombre y apellido para pagar apoyos electorales y parlamentarios!¡Vamos! Realmente lo que buscan es forzar el arrasamiento de la voluntad del soberano expresada en la representación nacional establecida en el Parlamento. ¡Hablen claro, viejos golpistas!
Es hora de dejar de ser un país de mentira, ahogado en la nostalgia, con un pasado de “cola de paja”, para comenzar a construir un país en serMario de Souza.
Comentarios
Publicar un comentario