“«Las órdenes eran lo más importante de mi vida y tenía que obedecerlas sin discusión». Adolf Eichman, dijo el militar alemán ante los tribunales que lo juzgaban por su participación en el Holocausto judío. Un hombrecillo común y corriente, como otro millón de alemanes miembros del estado, obedientes y sumisos. Hasta tímido, lo describieron los psicólogos israelíes que lo estudiaron antes de ejecutarlo, buscando la razón de la sinrazón criminal. Esto movió a un psicólogo social norteamericano, Stalnley Milgram, a realizar su célebre experimento , en la Universidad de Yale, entre 1960 y 1963, participando unos mil ciudadanos corrientes, a los cuales se les ordenó a aplicar descargas eléctricas a semejantes, cada vez que éstos erraban una respuesta a un cuestionario, entre 30 y 450 voltios. El resultado de estos experimentos que el inhibidor de la conciencia moral es la obediencia. Somos determinados a obedecer desde pequeños, toda la socialización se funda en la obediencia a las jerarquías, desde los padres en adelante. Luego se proyecta en el maestro, el empleador, el jefe de la oficina, etc, Es sobre la obediencia que se organizan los ejércitos, policías y órdenes religiosas hasta las logias masónicas. La obediencia esta reforzada por los rituales, los juramentos y, por supuesto, el orden jerárquico, que esfuma, distribuye, por último exime, las responsabilidades individuales.
Esto es válido para toda organización, un ejército, una empresa o una oficina pública. Un burócrata es un soldado desarmado y un soldado es en realidad un burócrata armado, a ninguno le esta dado pensar, menos objetar, las órdenes superiores que como “vienen de arriba”, pasando por él, han de seguir “hacia abajo”. Se supone que si hay un error, la empresa se funde, el ejército se rinde, y los generales, o por último, los presidentes son ejecutados.
Nuremberg ejecutó a unos pocos visibles responsables, pocos asumieron responsabilidad de sus actos, todos miraron para arriba, pero Hitler y su estado mayor se habían suicidado antes de la rendición del ejército.
En fin, la ingenuidad humana pudo creer que Nuremberg seria el fin de los holocaustos, pero Truman haría a Hitler un nene de pecho con Hiroshima y Nagasaki.
“Si quieres saber quien es Israelito dale un estadito”, el geto de Varsovia es un parbulario de medio tiempo, frente a la Franja de Gaza…
Y, ¿ nos como andamos?
En los pabellones de seguridad para menores del INAU los jóvenes mas desfavorecidos de nuestra sociedad, los que arrastran el estigma de “mal nacidos” de toda “la sociedad”, que considera que los pobres son culpables solo de haber nacido, porque tenemos una cultura “neomalthusiana”,por la cual consideramos a la procreación madre de la miseria. Quién no ha oído aquello de ,” tienen muchos hijos”, otros mas racistas dicen ,”se pasan cogiendo”, etc. Para ellos son los planes de control de natalidad genocidas que vienen aplicando, desde hace medio siglo, Salud Pública, sin que por ser menos candidatos a pobres, la pobreza no solo no ha disminuido, se ha incrementado.
Lo que no puede el control de natalidad del estado, lo hace mejor la mafia, mejor que la “solución final” de los nazis, la pasta base los mata con placer…o “mueren en la demanda” de veneno, a manos de “la sociedad”, han de ser “reducidos “, metidos en esa terrible “reserva para indomables” , en las cárceles para menores.
El Padre Mateo vino, vio y huyó. Y como él docenas de directores en este cuarto de siglo democrático. Pero ninguno habló, por no enfrentar a los funcionarios corruptos que se escudan en el corporativismo gremial. Y tampoco los funcionarios hablarán, ya por miedo a sus congéneres o falta de garantías por parte de sus superiores, porque se impone “la obediencia debida”. Y también porque pueden volver los otros, aquellos que lo permitían todo, el que se robaran la comida de los internados y de ahí para arriba… el clima de hostigamiento irracional, el encierro animal en calabozos en condiciones que ni los penados políticos en aquel penal de Libertad conocieron, son pan de cada día para estos jóvenes. Pero la obediencia debida impide que nadie hable.
Nuestros jóvenes, estigmatizados como “pichis”,”planchas”, etc, son nuestros “judíos”, nuestro propio holocausto diario latinoamericano, víctimas de una nueva modalidad de xenofobia, la ideología del desprecio.
En el “país de la cola de paja”, su máxima : “se nombra el pecado pero no el pecador”, así pues nadie se hace cargo, todo es producto de la fatalidad, o del ¨espiritu santo”, pero no tiene cara , ni nombre ni apellido
Harto ya de tartufos, de falsos gremialistas que hablan de derechos humanos, que se rasgan las vestiduras por la vergonzante ley de caducidad, pero que viven de la caducidad diaria de los derechos humanos de la juventud a su cargo y responsabilidad, para los que, hoy, “«Las órdenes eran lo más importante de mi vida y tenía que obedecerlas sin discusión»
Mario de ¨Souza
Esto es válido para toda organización, un ejército, una empresa o una oficina pública. Un burócrata es un soldado desarmado y un soldado es en realidad un burócrata armado, a ninguno le esta dado pensar, menos objetar, las órdenes superiores que como “vienen de arriba”, pasando por él, han de seguir “hacia abajo”. Se supone que si hay un error, la empresa se funde, el ejército se rinde, y los generales, o por último, los presidentes son ejecutados.
Nuremberg ejecutó a unos pocos visibles responsables, pocos asumieron responsabilidad de sus actos, todos miraron para arriba, pero Hitler y su estado mayor se habían suicidado antes de la rendición del ejército.
En fin, la ingenuidad humana pudo creer que Nuremberg seria el fin de los holocaustos, pero Truman haría a Hitler un nene de pecho con Hiroshima y Nagasaki.
“Si quieres saber quien es Israelito dale un estadito”, el geto de Varsovia es un parbulario de medio tiempo, frente a la Franja de Gaza…
Y, ¿ nos como andamos?
En los pabellones de seguridad para menores del INAU los jóvenes mas desfavorecidos de nuestra sociedad, los que arrastran el estigma de “mal nacidos” de toda “la sociedad”, que considera que los pobres son culpables solo de haber nacido, porque tenemos una cultura “neomalthusiana”,por la cual consideramos a la procreación madre de la miseria. Quién no ha oído aquello de ,” tienen muchos hijos”, otros mas racistas dicen ,”se pasan cogiendo”, etc. Para ellos son los planes de control de natalidad genocidas que vienen aplicando, desde hace medio siglo, Salud Pública, sin que por ser menos candidatos a pobres, la pobreza no solo no ha disminuido, se ha incrementado.
Lo que no puede el control de natalidad del estado, lo hace mejor la mafia, mejor que la “solución final” de los nazis, la pasta base los mata con placer…o “mueren en la demanda” de veneno, a manos de “la sociedad”, han de ser “reducidos “, metidos en esa terrible “reserva para indomables” , en las cárceles para menores.
El Padre Mateo vino, vio y huyó. Y como él docenas de directores en este cuarto de siglo democrático. Pero ninguno habló, por no enfrentar a los funcionarios corruptos que se escudan en el corporativismo gremial. Y tampoco los funcionarios hablarán, ya por miedo a sus congéneres o falta de garantías por parte de sus superiores, porque se impone “la obediencia debida”. Y también porque pueden volver los otros, aquellos que lo permitían todo, el que se robaran la comida de los internados y de ahí para arriba… el clima de hostigamiento irracional, el encierro animal en calabozos en condiciones que ni los penados políticos en aquel penal de Libertad conocieron, son pan de cada día para estos jóvenes. Pero la obediencia debida impide que nadie hable.
Nuestros jóvenes, estigmatizados como “pichis”,”planchas”, etc, son nuestros “judíos”, nuestro propio holocausto diario latinoamericano, víctimas de una nueva modalidad de xenofobia, la ideología del desprecio.
En el “país de la cola de paja”, su máxima : “se nombra el pecado pero no el pecador”, así pues nadie se hace cargo, todo es producto de la fatalidad, o del ¨espiritu santo”, pero no tiene cara , ni nombre ni apellido
Harto ya de tartufos, de falsos gremialistas que hablan de derechos humanos, que se rasgan las vestiduras por la vergonzante ley de caducidad, pero que viven de la caducidad diaria de los derechos humanos de la juventud a su cargo y responsabilidad, para los que, hoy, “«Las órdenes eran lo más importante de mi vida y tenía que obedecerlas sin discusión»
Mario de ¨Souza
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