En este mundo se han instalado los
eufemismos como forma de amortiguar, disimular, como edulcorantes de una
realidad amarga como la hiel. Entonces
se ha instalado, en política sobre todo, el tema de las grietas, eufemismo para
las contradicciones sociales más agudas y generalizadas. De por sí de lo que se
trata es de negar las divisiones sociales, el eufemismo “grieta” las minimiza
pero también las estigmatiza dramáticamente. Entonces las ”grietas son malas de
por sí”, por eso hay que negar sus naturalezas. Lo mismo sucede con la vejez,
ya no hay viejos, hay “gente grande”, nadie se muere, “se ausenta, se vá”, los cretinos “tienen capacidades
diferentes”, los ciegos son “no videntes”, y así podemos seguir hasta el
infinito enumerando eufemismos.
Pero las tan temidas grietas, eso que
se pretende disimular, tienen sus profundos orígenes en lo que podría llamarse
“profundas fuerzas teutónicas sociales”. Cuando la tierra se raja es por un
fenómeno profundo, algo grave se oculta en lo profundo de la corteza terrestre. Así sucede en las
sociedades.
En nuestra América sureña, hace
quinientos veinte y seis años que hay divisiones sociales, indios vs. europeos,
negros vs. blancos, propietarios de tierras y pobladores, artesanos y
contrabandistas, etc.
Con la disolución del Imperio
Español, fijemos una fecha, la ocupación de España por Napoleón en 1810, se produce el asalto de los puertos
coloniales por las clases formadas por el contrabando y asociadas al comercio
con potencias rivales de España, Inglaterra sobre todo. Es entonces que surge
la famosa dicotomía, puerto-interior, unitarios-federales, blancos-colorados,
farrapos-imperiales,
civilización-barbarie, emergen las contradicciones que ya se incubaban
en el seno de la sociedad colonial.
Esas contradicciones, puerto-
interior, unitarios-federales, respondían a profundos intereses sociales que
agruparon a las personas en bandos irreconciliables. Todas las guerras civiles
del siglo XIX y las disputas civiles del siglo XX, obedecen a esa dicotomías de
intereses que tenían discursos ideológicos claros.
Los unitarios , en Uruguay colorados,
representaban los intereses del comercio exterior, eran los “introductores”,
contrabandistas que asaltaron los cabildos de las ciudades puertos para constituirse en sus
dueños, transformando el territorio circunvecino en su colonia. Recurrieron al
auxilio de las potencias europeas que vieron en ellos el instrumento necesario
para su expansión comercial. De ahí las intervenciones militares europeas del
siglo XIX, la ocupación de Montevideo, por fuerzas marinas francesas, para
imponer a Rivera en el gobierno, en 1838 interrumpiendo la
institucionalidad de la nueva república
en su segunda presidencia constitucional, la de Manuel Oribe. De ahí surgen los denominados bandos, colorados
y blancos. Pero las propuestas estaban claras, los intereses eran
irreconciliables, les iba la vida a los pueblos en esta disputa por el
territorio.
Esta rivalidad luego se disfuma en
otras contradicciones, como mercado interno o desarrollo dependiente del
exterior. Los eufemismos se complejizan en discursos ideológicos mas
elaborados, en forma de doctrinas económicas, liberalismo-proteccionismo, etc.
Del fondo de “la grieta”, como un
magma ardiente, aflora el dilema histórico fundamental: “patria o colonia”,
lema que movilizó a los pueblos desde Paysandú a Cerro Corá, llenando “grietas”
con millones de cadáveres, el dilema de Leandro Gómez, frente a la intervención
imperial: Independencia o muerte”.
Las grietas solo pueden taparse
mediante el olvido, la amnesia o el dopaje de los pueblos por la propaganda,
pero no desaparecen, como no desaparecen los
intereses vitales de los pueblos amenazados por doctrinas genocidas.
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