El retorno al liberalismo decimonónico que a sangre y fuego se nos impone en América con las dictaduras setentistas, con el objetivo de saquear la última frontera, Latinoamérica. Se imponen los axiomas de la conquista liberal, todo es mercancía, el trabajo, la tierra y los recursos naturales, deben ser ofrendados al dios mercado. Se vuelve a la teol
ogía liberal del mercado como regulador automático de la vida humana. Un retorno al Leviatan de Tomas Hobbes, un retorno al siglo XVII, la propuesta del “hombre lobo del hombre”. Esta propuesta se impone mediante el crímen organizado, el genocidio de pueblos enteros, sufrimiento y tormento por todo el planeta. Tal como se hiciera en el siglo XIX, desde la India al Paraguay para gloria y fortuna de la Reina Victoria de Inglaterra.
El mismo lenguaje, los mismos referentes literarios
desempolvados, para adoctrinar a los piratas de guante blanco que impondrán el
catecismo liberal del mercado autorregulado.
Todo esto condujo a la expoliación de los recursos de un
continente, al desmantelamiento industrial, cultural y económico, los estados
reducidos a gendarmes de la miseria planificada.
Pero, como decía el periodista pinochetista, Grondona, “hay
reformas que no pueden hacerse en democracia”, ni mantenerse en caso de que los
pueblos volvieran tener voz. De ahí, que
el respiro que nos dieron a partir de la década de los ochenta, apertura
electoral, necesario para la convalidación de una deuda externa impagable
contraída por los estados secuestrados por las dictaduras militares, ya en
total default, fue un “recreo”, como para que algo de la riqueza expoliada se
recuperara. Como hacen los vaqueros que rotan al ganado de potrero para
recuperar las pasturas, así se dieron los interregnos “democráticos “ hoy en
repliegue. Así pues, como dicen los viejos genocidas, “se acabó el recreo”.
Podemos pensar que la posmodernidad nos trae el “horóscopo chino”
como ciencia y a sus vaticinios como
ideologías salvadoras. Entonces el año
de la rata de metal nos trajo a Luis I, un monstruo salido del signo del
Bufalo. Y, para ilustración de nuestros crédulos lectores, no hay nada mas
revelador que la personalidad del
Búfalo, para describir a nuestro leader y conductor por el próximo quinquenio.
Para la pitonisa Ludovica, "no es un mundo solidario el
que viene, es un 'sálvese quien pueda'".
El Búfalo que arremete, Luis I es del signo cornudo, no es
manso, trabaja para otros, arremete sin pensar lo que hace, en fin, es un bicho de cuidarse.
Todo esto si hemos de creer en algo ya que no pueden haber
ideologías, ¡de algo hay que agarrarse!
La civilización de la Coca Cola cambió a Jesús por Santa
Claus, lo bajó de la cruz, lo engordó y lo convirtió en promesa consumo y
felicidad, no eterna, porque la desregulación laboral no garantiza tu estado de
consumidor, pero felicidad al fin.
La Rata nos trajo a Luis I. El Búfalo tal vez nos lleve a
Tabaré , a Mujica, y a muchos unitarios más, al “oriente
eterno”, pero la esperanza está en el horóscopo chino que nunca falla.
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