Y Josué se apoderó de Maquedá,Libna,Jericó,Gazer, Laquís, Eglón, Hebrón, “la conquistó junto con todos los pueblos que dependían de ella, pasó a cuchillo a su rey y habitantes, sin dejar ningún sobreviviente.” Y así, pago a pago, los israelitas tomaron todas las ciudades del sur del país y luego continuaron por el norte hasta llegar al Mediterráneo.
Este dios exclusivo no descuida ningún detalle:”
“Yave les dio ánimo( a sus enemigos) a todos ellos para que pelearan contra Israel, con el fin de que fueran consagrados en anatema y destruidos sin misericordia, como Yave lo tenía ordenado a Moisés.”/20/
El libro de Josue no tiene desperdicio por su vigencia eterna, al punto de que no hay hoy quien lo supere en capacidad de justificación de genocidios. Ningún defensor actual de Israel podría suscribirlo sin algo de vergüenza. Pero, “es palabra de Dios”.
Entonces debemos suponer que Yavé puso sus ojos en la flotilla , animó a sus tripulantes a enfrentar con palos y fierros al escuadrón de asalto aerotransportado Israelí para que la “ira de dios”, blandiendo el brazo armado de los soldados de su pueblo elegido los exterminara sin piedad.
Los publicistas de Israel actuales nunca superarán a los narradores bíblicos simplemente porque en los últimos tres siglos las invocaciones divinas han caído en descrédito, siendo remplazadas por divinidades mas chabacanas, como la “nación”, “la razón de estado”, y con prosas justificativas muy pragmáticas como “la defensa de la integridad territorial del pueblo judío”.Y Yavé ya no es una entidad explícita, concientemente conjurada, para se simplemente una actitud cultural impuesta que no busca grandes justificaciones. Cualquiera puede hacer un libelo racionalista justificando la superioridad racial, como lo hicieran desde Benjamín ´Franklin a Adolfo Hitler. O, mas insólito aún, una vuelta a la teología del neo-profeta mormón Smith, en el siglo XIX, por el cual la “tierra prometida” eran los fértiles valles de Utah , literatura del justificadora de los despojos y genocidios de los últimos dos siglos y medio.
Los genocidas no necesitan invocar a los dioses, basta con “la obediencia debida”, a un mando cualquiera, en nombre de entidades tan intangibles como el “estado” o peor aún “el sistema” que esfuma, invisibiliza, los designios humanos tras una maraña de automatismos.
Los soldados de Josué han actuado, esta vez en un mundo muy poblado como para “pasar a cuchillo” a todos los palestinos, pero poco a poco los van cercando en ese gran gheto que es “la franja de Gaza”, o a los campos de refugiados, casi de exterminio por desesperación, hambre o suicidio.
Pudieron los benefactores de Israel, ingleses y norteamericanos darle un sitio bajo el sol al pueblo judío, en California como estado entre Mejico y los Estados Unidos, pero no, prefirieron, como buenos cristianos, regalar lo ajeno, como lo hiciera Yave tres mil años atrás. Es muy fácil dar lo de otros, y mas fácil aún, es cargarse de ira por la resistencia de esos otros al despojo, porque también, ya lo dijo Yavé, “les dio animo “, para provocar su exterminio a manos de Israel.
Los judíos desestimaron la sabiduría cristiana que redactara el famoso “requerimiento” por el cual los reyes cristianos exigían a los indios sumisión a su dios y su Rey. Pero si no entendían el latín, o desconocían la historia europea, mofándose de los representantes, reales embajadores de lo divino, serían declarados enemigos y “en justa guerra”, exterminados o vueltos esclavos.
Ni lo pensaron, puesto que Alá y Yave son hermanos, Yavé es algo mayor, pero ambos creaturas de pueblos semíticos, pastores de las desertificadas llanuras de Arabia, solo que Alá omitió decirle a su profeta, Mahoma, que había testado la tierra a favor de su hermano y su prole.
Comentarios
Publicar un comentario