Ayer en “LA LETRA CHICA”, TVCIUDAD, salieron de la cotidianidad para
profundizar antropológicamente en las relaciones humanas. El tema era “el otro”.
Quien lo siguió se ubica.
Y ,yo me pregunto, aquí, en esta plataforma, ¿Dónde está y
quien es el otro? Porque uno no habla solo, el habla la tenemos para
comunicarnos con otros seres vivos, semejantes o no. Cuando la gente hablaba
sola lo suponían loco. Ahora multitudes simulan hablar solos, es que tienen
teléfono.
El aislamiento social se supone es lo que inventaron los
hombres como castigo. El calabozo, el destierro al desierto o la estepa helada,
eran las penas impuestas a quienes, no se podía o no se quería, mantener en el
grupo por su peligrosidad o incapacidad de aceptar las normas impuestas a todos
por convivencia.
Hoy este milagroso fenómeno, porque no podemos igualarlo a
las viejas pestes, es, si se quiere, una” epidemia o peste blanda”. Diferente a
las históricamente conocidas, o las que aún asolan a regiones pobres de Africa,
paludismo, ébola, dengue, o en América, Chagas, sífilis, tuberculosis. Que
matan mas gente que esta, pero matan
solo pobres y tercermundistas….por eso no generan pánicos mediáticos
sanitarios, solo llaman a la caridad de “médicos sin fronteras” y a las
cofradías religiosas.
El otro es el tema. Pero, ¿Dónde está el otro? ¿El otro está
tan solo, aislado frente a un monitor como yo?¿ Acaso se entretiene con su “teletrabajo”,
acaso tiene un grupito familiar que atender. Acaso es un inmigrante arrojado a
la soledad impuesa, un ser que estaba creando su sociabilidad desde cero y un
buen día se le “esfumaron los huéspedes”?
Los presos, los
cautivos, los desterrados, aprenden a acompañarse con sus pensamientos
verbalizados, escuchándose a si mismos para mitigar su soledad animal. Los que
no se soportan terminan suicidándose y esa causa no se le computa al virus,
porque esa peste es endémica, ya superan los dos o tres por día, tal vez por
ser esta una sociedad en que se valora la iniciativa privada, se respeta al
individuo, estos gestos inimputables, no merecen la atención, o tal vez solo despiertan admiración por parte de
aquellos que sueñan con un túnel de escape de su opresión…sea como sea, no les
importa a nadie. Tal vez algún gobernante liberal piense para sí:” uno menos
para atender” en el presupuesto, bien por el déficit fiscal…
El otro ya no tiene voz, no tiene cara, hasta dudamos de que
exista porque bien podía ser un algoritmo, un fantasma de la tecnología emulación,
simulación de un otro. Pero nuestros atávicos instintos nos imponen seguir
creyendo otro, en algún lado debe de haber otro. O tal vez la voz de Dios sea
la voz del otro, con la que dialogaban
los anacoretas en sus retiros
penitenciales en busca de santidad.
Pero, los anacoretas, en el fondo aspiraban a ser profetas,
buscar su verdad y compartirla. Bajaban
de la montaña, volvían del desierto a llenar la expectativa que había creado su
ausencia en los otros. El otro era también su razón de ser. Su aislamiento
despertaba en el otro la curiosidad y convertía el reencuentro de todos a su
alrededor y así, los hombres revaloraban su condición social.
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