En el siglo
V de esta era, el imperio romano se asume la religión católica como religión de
estado. El César, representante de Apolo, el sol en la tierra pasa a ser el
vicario de Cristo. Las saturnales, fiestas en honor al sol, a Apolo,
coincidentes con el calendario solar agrícola como el solticio boreal, el punto
en que el sol aparenta dejar de acortar los días, es el día mas corto del año
boreal, el más largo en el hemisferio austral. Se festejaban desde el 17 al 24
de diciembre, se consumían en abundancia las provisiones preparadas para el
invierno, se comía y bebía en festines públicos, los esclavos eran liberados y
asumían los roles de sus dueños. La gente se regalaba flores y otros objetos.
Era el fin del invierno y el comienzo de la primavera. El renacimiento de la
naturaleza, también el tiempo de descanso entre las siembras de invierno y las
de primavera. Del
original sentido práctico relacionado con los ciclos agrícolas, se pasó al
culto de familia representado por el nacimiento del hijo natural del dios de
los hebreos, en un intento de unir a una humanidad atomizada por la inmigración
del proletariado externo al seno del imperio romano. De esta manera se logró
mantener la unidad religioso-política del Imperio romano por cuatro siglos más.
El
cristianismo remplaza a Apolo por el nacimiento del hijo de Dios, mantiene las
festividades, viste de santos a las divinidades que protegen los oficios y las
labores en los diversos pueblos, los convierte en santos parroquiales e
integran el santoral católico. Una sustitución no exenta de violencia, como
todas las conversiones, así se haría diez siglos después en las tierras
americanas con los antiguos dioses.
Pero, en el
sur, la situación se invierte, pierde el sentido original, es simple ritual de
colonos que dejaron la cabeza lejos de los pies que pisan. En el sur es verano,
el solsticio de verano, el 24 de diciembre, es el día mas largo del año,
preludio del fin del verano, los días comienzan a acortarse hasta el 24 de
junio, solsticio de invierno austral.
La
posmodernidad ha convertido la festividad en fiesta de mercaderes y de consumidores,
conserva el carácter festivo de las Saturnales, comer y beber, repartirse
presentes. Se despoja del cristianismo, remplaza al hijo de Dios por el hijo de
la Coca Cola, Papa Noel. Los esclavos, ahora refuerzan sus cadenas mediante el
endeudamiento masivo en el altar del san mercado. Los mercaderes ya se refriegan las manos y los consumidores se
refregarán los ojos, en enero, al leer
los saldos de sus cuentas bancarias.
Lo que
queda de esto es que la condición humana necesita del anual escape, soltarse
las cadenas, desinhibirse, soltar sus pasiones contenidas, doparse o
embriagarse, todo con el objetivo de hacer más soportable la civilización.
Y esto no
lo podrá contener el miedo al carmelavirus, ni la represión policial, porque la
sociedad necesita liberar sus presiones, las fiestas son válvulas de escape de
la convivencia humana.Los vestigios de las Saturnales emergen del inconsciente
colectivo de este animal social.
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