En 1950 América Latina gozaba aún de
algunos gobiernos populares
industrialistas. Cárdenas en Mejico, Perón en Argentina, Vargas en Brasil, Paz
Estensoro en Perú, Luis Batlle en Uruguay.
Que habían desarrollado,
conscientemente o intuitivamente, los lineamientos económicos del pensamiento
de Friederich Liszt.
Los dos conflictos bélicos de la
primera mitad del siglo XX, fueron conflictos de las potencias emergentes
industriales, Japon y Alemania, con las consolidadas, Inglaterra y EEUU. Fue
una guerra por el acceso a los recursos que se encontraban bajo dominio
anglosajón, de hecho o de derecho. El mercantilismo inglés había desarrollado
una verdadera talasocracia rodeando los continentes que no podía dominar, caso
de Asia o África, con colonias costeras o insulares. Dominado a América latina
mediante sus oligarquías porturias, inhibiendo su desarrollo industrial con un
capitalismo mercantil importador que balcanizó el continente dividiéndolo en
veinte y tantos proveedores de alimentos y materias primas. Lo que se llamó la
“división internacional del trabajo”. La competencia por las colocaciones
industriales se funda en que las manufacturas industriales son el medio de cambio para el retorno a la
metrópoli de las materias primas. Inglaterra logró mediante el monopolio de la
oferta industrial, alcanzada por su temprana industrialización, convertir a la
periferia en proveedores de materias primas y
alimentos. Muchos proveedores repartidos por la amplia geografía mundial
compitiendo por venderles y ávidos mercados de sus manufacturas. Su posición dominante dura
setenta años…
Inglaterra que había pasado de ser ,
en el siglo XVII y XVIII un país ovejero que proveía de lanas a las textiles de
Flandes, o de traficante de telas
asiáticas a país textil. Y eso lo había desarrollado mediante una política
dirigista por la cual se prohibía la importación de telas asiáticas a sus
dominios, la exportación de lanas propias al extranjero para dar lugar a que los
ingleses primero comenzaran a vestirse a
si mismos, luego a exportar las telas que producían en sus talleres. El
siguiente paso inglés fue el desarrollo de los telares mecánicos, el uso de la
energía generada por el abundante carbón de sus suelos, hecho que se incentiva
con el agotamiento de sus recursos forestales. En fin, Inglaterra cierra sus
fronteras a los tejidos asiáticos, les carga aranceles del 75% a los productos
Indúes en todos sus dominios. Comienzan a plantar algodón en America del Norte
para su industria. Luego, visto el éxito de este modelo de desarrollo, en el
siglo XIX, ya con el pleno dominio del vapor, con el primer ferrocarril en
marcha (1835) entre Londres y Manchester, se lanzan a construir su imperio
mundial, con la ventaja que da ser los primeros en desarrollo industrial.
Consolidan así en el siglo XIX el monopolio mundial manufacturero.
Comenzaron comprando sedas en la
India para venderlas en Europa. Cazando esclavos en Africa para venderlos,
como bienes de capital primitivos, en el
continente americano, donde escaseaba la mano de obra libre debido a la
disponibilidad de tierras vírgenes que poblar. En pleno desarrollo industrial
se les ocurrió cultivar opio en su colonia India e imponérsela a cañonazos a
China en un lucrativo comercio destinado a postrar al gigante asiático durante
casi un siglo.
Los anglosajones hicieron todo el
recorrido desde la sociedad agricultora en el siglo XVII a la industrial en el
siglo XIX. Tuvieron la inteligencia de
exportar doctrinas económicas inhibidoras del desarrollo impidiendo los
procesos imitadores que pudieran competir.
Como habían fracasado en sus intentos
de conquista directa de la América española, se lanzan a su conquista
mercantil. Para ello logran imponer en los puertos sus doctrinas mercantiles,
el “libre comercio” llevando al poder a sus socios mercantiles locales,
exportadores de materias primas y comisionistas
que introducían sus productos industriales en el continente.
Se impuso así el monopolio mercantil
inglés y el pensamiento único económico liberal. Pero a “Inglalaperra” le nació un cachorro
que se declaró guacho y rebelde en sus posesiones. Luego de una sangrienta
guerra civil, lo que ellos llaman “segunda guerra civil inglesa”, triunfa el
polo industrial yanqui sobre el oligárquico sur exportador de algodón. El sur
norteamericano era, como el sur americano castellano, una colonia proveedora de
algodón para Manchester. Y eso se cortó.
Entonces el Gral U. Grant, vencedor del sur colonial, les plantea a los ingleses
su política proteccionista, diciéndoles que los EEUU sacarán todo el provecho
del proteccionismo industrial, como lo hizo Inglaterra, y cuando logren todo lo
que el proteccionismo puede dar, entonces sí seguirán los consejo de Inglaterra
adoptando las doctrinas de Adam Smith de libre comercio. Veinte años después
del fin de la guerra civil,1885, Estados Unidos ya había desarrollado una
industria superior a la británica, contaba con más barcos y marinos que su
madre patria. Y había sentado sus reales en el sur, despojando a Méjico de la
mitad de su territorio, expulsado a España del caribe y de Filipinas. Para el 1903, invadía Colombia,
mediante mercenarios, e inventaba Panamá para construir el canal interoceánico
que necesitaba para que su marina mercante uniera las costas este y oeste de su
expandido dominio.
De las dos guerras mundiales del
siglo XX los EEUU quedan como primera potencia industrial y por ende militar lanzándose
a apoderarse del control económico que sobre el sur habían tenido los ingleses
desde 1810.
Vencedor en Europa y Asia, potenciada
su ciencia e industria por los esfuerzos bélicos, quedaba como la mayor
potencia industrial inmune a los efectos de la guerra. Vuelven sus ojos hacia Hispanoamérica y la
encuentran pujante, industrializada, con altos niveles de desarrollo social y
científico. Y, lo que más les alarma, es su demografía: en 1950 había tantos
angloamericanos como latinoamericanos. Habíamos llegado a los 250:000.000. Y
todo debido al proceso industrializador generado .
Desmontar ese desarrollo, dispersar a
los científicos y captarlos para sus propias universidades, destruir la
industria local mediante políticas liberales. La traición de las clases militares,
la reprimarización de la economía contó con las viejas oligarquías exportadoras
que cimentaran la dependencia de las nuevas repúblicas desde el siglo XIX. Así
pues, en el Río de La Plata, los militares fueron el brazo de las asociaciones
rurales y agrarias consolidadas con oligopolios exportadores.
No sufrimos los bombardeos de la
aviación alemana o japonesa. Fueron las propias aviaciones “nacionales”
sublevadas las que reiteradamente bombardearon nuestras ciudades. Fueron los
ejércitos locales de ocupación, entrenados en EEUU, los que sometieron a las
poblaciones al martirio y el crimen sistemáticos.
Ellos saben que cualquier debilidad
imperial, sean guerras imperialistas, o crisis económicas en las economías
centrales, aflojan las cadenas del coloniaje y américa se despega. Y eso fue lo
que sucedió tras la crisis del 2001 desde Argentina a Venezuela, pasando por
Bolivia, Ecuador, Paraguay…
La pérdida de la unipolaridad
mundial, el surgimiento de potencias
rivales en poder, China y Rusia, genera el repliegue de USA sobre el hemisferio.
Es en ese repliegue que se dan los nuevos golpes “blandos” de la región basados
en la judialización de la política, los juzgados remplazan a los cuarteles. El
fraude electo-mediático a los bombardeos de las casas de gobierno. Pero el
objetivo es el de todos los tiempos: el saqueo continental, el abatimiento de
los niveles de vida, la desindustrialización y, sobre todo, la destrucción de
las capacidades de producción de pensamiento, tecnología y memoria colectiva como incapacitantes para
futuros desarrollos.
En la segunda ola liberal del tercio final del siglo pasado,
vuelve la ofensiva ideológica, un Adams Smit recargado e impuesto militarmente
a la región. Pero, hábiles y previsores siempre dejaron una “puerta falsa” para
distraer a nuestra gente. Y esa puerta falsa se contruye, en el siglo XX
mediante un subproducto del liberalismo manchesteriano: el marxismo. Doctrina
diversionista que llevó a vías muertas todos los procesos de liberación
nacional y desangró al continente en una lucha en una falsa antinomia,
comunismo vs. Anti comunismo. Cuando la verdadera contradicción era patria o
colonia.
Comentarios
Publicar un comentario