Poco esfuerzo se ha hecho para enmarcar al hombre Artigas en
su tiempo. José G. Artigas nace en Montevideo el 19 de junio de 1764, llega a la mayoría de edad en 1780, pues en
aquella época ya a los 16 años se era
reconocido apto para la guerra y el
amor, más aún para el trabajo que solía empezar apenas pudieran sostenerse
sobre un caballo o terminadas las clases de las primeras letras.
Los acontecimientos de mayo de 1810 lo encuentran con
cuarenta y seis años de edad, hombre maduro y ya con una trayectoria política y
militar propias. Destacada su acción en la resistencia a los ingleses y la
posterior reconquista de la capital del Virreinato. Más adelante es encomendado
por el Gobernador Elío a poblar la campaña con facultades extraordinarias para
repartir tierras y expedir cédulas de posesión.
Es conocida su participación en misiones bajo las órdenes del
prestigioso Félix de Azara, militar y estudioso profundo de naturaleza y
habitantes del territorio rioplatense.
En los comienzos de la sedición porteña emprende varias
misiones en persecución de los juntistas hasta lo profundo del Entre Ríos al
frente de las tropas realistas hacia diciembre de 1810.
Su cambio de partido, del realista al juntista, obedece a
súbitas razones personales y a actitudes de gobierno impopulares y absolutistas
por parte del gobernador Elío. Entre las primeras se destacan los desplantes
sufridos en la guarnición de Colonia del
Sacramento por nuevos oficiales nombrados por Elío. A las medidas punitivas impuestas por la
corona para obtener recursos pecuniarios para la resistencia metropolitana
contra Napoleón, y por último, al accionar en la campaña de las logias
unitarias azuzadas por Mariano Moreno
para sublevar a la gente principal de la Banda Oriental siguiendo los
principios enunciados en su “Plan de Operaciones”. Estos factores terminaron
colocando a Artigas en el “ojo de la tormenta”, su prestigio personal lo
catapultó al frente de su pueblo, desertando finalmente y a colocarse a las
órdenes de la Junta porteña.
Luego del 18 de mayo de 1811 con la victoria sobre las tropas
reales de Elío a las puertas de Montevideo, Artígas llega a la cumbre de su
prestigio militar y político.
Lo que no podría conocer Artígas el carácter manipulador y
felón de los juntistas, comenzando por el secretario Mariano Moreno. De haber
conocido del famoso “Plan de Operaciones” del secretario, seguro que se le
habrían planteado sus dudas acerca de
las bondades de un movimiento que en lo subterráneo era manejado por los
agentes ingleses apostados en el Puerto de Buenos Aires, en cuyos barcos se
reunían los logistas para la toma de las
principales decisiones.
La década revolucionaria que termina en el año 1820, rica en
traiciones y componendas del porteñismo rioplatense que termina en la invasión
portuguesa y la entrega de la revolución artiguista por parte del patriciado de
Montevideo. El caudillo tuvo noticias de esas intrigas, de las misiones ante la
corte de Río de Janeiro de Manuel García y Nicolás Herrera que convocaron al
mayor ejército, veterano de las guerras Napoleónicas, huestes inglesas al mando
de uno de los oficiales jefes de las Invasiones Inglesas, Gral Beresford. La Europa pos Napoleónica de
la “Restauración monárquica” de 1815, venía por lo suyo, pero no para España,
para Inglaterra. Finalizado el problema napoleónico, Inglaterra mandaría a sus
agentes rioplatenses a “sacarse la careta” de la fidelidad al Rey y a
comprometerse a hacer realidad las premoniciones de Cannig una década antes, “
América será por fuerza independiente y si no descuidamos nuestros intereses,
será inglesa.”
Artigas tendrá largos años para ser testigo, desde su exilio
en Paraguay, de las consecuencias de la anarquía rioplatense, los sucesivos
intentos de recuperar la independencia por parte de los federales conducidos
por Juan Manuel de Rosas. Los fatales desencuentros interpretativos del gobierno
paraguayo de Carlos Antonio López, su protector, que vio el imperialismo en la
persona del Restaurador de la Federación y no en los Franceses e Ingleses
coaligados contra el partido americano.
Ese segundo desenfoque político lo pagaría muy caro Paraguay,
quince años después de la muerte de Artigas.
Y decía así Artigas en su reclamo de auxilios:
”Si la acción general se pierde, si éste grande, se éste único esfuerzo
de los americanos no tiene otro objeto que verter su sangre y hacer con
sus cadáveres un monumento a la gloria
de los tiranos, ¿de qué le servirá a la Provincia del Paraguay haberse
mantenido a la defensiva? El gemido y el llanto llenarán toda la América y su
inundación llegará precisamente a ese territorio, el estuendo de las cadenas
volverá a resonar en todas partes ye ese sabio Gobierno se verá en la precisión
de sentirlo en torno a sí sin poderlo remediar ya” Artigas a la Junta de
Gobierno del Paraguay 1812.
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