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Las perlas de {Gabriel Pereyra
Diciembre 23, 2014 10:53
“Hoy Amodio anda recorriendo juzgados, manoseado por algunos mandaderos de turno que saben que nada puede concluir en algo serio, gastando horas hombres del Estado en este desfile impúdico. Cuando el pequeño carnaval termine, Amodio volverá a España, sin la necesidad de cargar el cadáver de lo que nunca debió ser un mito, a vivir sus últimos años de vida como integrante de una estirpe que, más allá de sus intenciones, llenó de vergüenza la historia de este país. Una historia cuyos detalles, contra lo que dice lo políticamente correcto, se perderá en la memoria de las nuevas generaciones, infinitamente mejores que aquellas que nos llenaron de dolor, sangre y mitos falsos. “
El diario El
Observador, voz local del O. D, regenteado por la familia Peirano, mandó a su
jperiodista Gabriel Pereyra a entevistar en Madrid a Hector Amodio Perez, en el
año 2013. Éste había decidido salir del anonimato y mandado una serie de cartas
da diversos medios, entre ellos El País
de Montevideo y “El Observador”, pero por razones de cortesía política, estaba
en la presidencia nada menos que José Mujica, un Tupamaro, decidieron dejar el
asunto para mas adelante, mientras tanto verificaban algunos puntos de la
identidad del mensajero. Hecho lo cual, a fines del mandato de Mujica se
publicaron las notas de las entrevistas con Amodio, se publicaron en Youtube,
en fin se fue creando ambiente. Luego, en esta etapa, la editorial del diario
El País, “de La Plaza”, lanza el libro y para mayor publicidad se decide traer
al autor , para escándalo de la izquierda, aún, pese a todo, en el gobierno en
la persona de “Tabaré recargado “, segundo mandato, pero con un parlamento con
mayoría del MPP, que lidera Mujica.
¿Qué mejor jugada que
revolver el avispero del” tupamaraje” hoy mayoría en el partido de gobierno?
Pero esa puede ser una sola de las intenciones, además de las del autor que son
recónditas. La segunda intención la deja en claro el mismo periodista que arma
el relato :
“Cuando el pequeño carnaval termine, Amodio
volverá a España, sin la necesidad de cargar el cadáver de lo que nunca debió
ser un mito, a vivir sus últimos años de vida como integrante de una estirpe
que, más allá de sus intenciones, llenó de vergüenza la historia de este país.
Una historia cuyos detalles, contra lo que dice lo políticamente correcto, se
perderá en la memoria de las nuevas generaciones, infinitamente mejores que
aquellas que nos llenaron de dolor, sangre y mitos falsos. “
Es decir la intención es destruir “el mito tupamaro”. Y aquí empieza mi asunto.
Los grupos humanos son lo que creen ser. Sus tradiciones, sus historias,
sus epopeyas, sus victorias y sus derrotas, forman con el tiempo su panteón de
“héroes y de Dioses”. Nos concebimos como grupo social, como nación, hasta como
club de futbol, por nuestras historias de vida en común. Eso es loque explica
antropológicamente la identidad, el comportamiento gregario que hace de un
conjunto de seres una identidad y una voluntad única.
Todos los conquistadores, hasta nosotros cuando nos tocó en suerte
serlo, destruímos los dioses de los vencidos y sobre sus templos levantamos nuestras iglesias. Quemamos sus
códices- sus libros- derribamos sus templos, y los convencimos de que “sus
dioses los habían abandonado.” Frase muy repetida entre los vencidos en América
a manos del europeo. A los vencidos
cuyos dioses han abandonado no les pidas fidelidad, terminan adorando al dios
de los vencedores, a concurrir a los nuevos templos levantados sobre las ruinas
de los anteriores, sumisión es lo que pide el nuevo señor, lo cual se logra por
el accionar simultáneo del terror y del adoctrinamiento. La espada y la cruz.
El Uruguay falto de épicas, salvo las no muy conocidas del período
artiguista, y las bien enterradas de la
resistencia de los pueblos tras el exilio de Artigas, sustiuída por el novelón
colorado mitrista , la épica de los cipayos del imperio británico que arrasaron
el continente, nos ocultaron un siglo de nuestra historia. Para el uruguayo, un
Artigas restringido a la provincia oriental, el mito “del fundador de la
Patria”, la famosa “Leyenda Patria” leída en 1925 por su autor Zorrilla de San
Martin, ante una multitud de ciudadanos, cuando no recién llegados del barco, a
lo sumo hijos de ellos, pero sedientos de tener pertenencia al paisaje que los
cobijaba.
Los mitos del Uruguay son bien recientes, apenas tiene noventa años…
Artigas el “prócer fundador de la patria”, y Batlle y Ordoñez el gran
reformador social…pero me olvido de José P.Varela, el cual, había armado la
escuela pública que permitió homgeneizar un conjunto humano en el territorio
consolidando su procedario, Artigas, Rivera, Lavalleja… en menor medida Oribe,
que arrastraba un turbio pasado rosista federal, que debió ser “limpiado” para
convertirlo en el fundador de un partido de doctores unitarios del puerto que
no lo conocieron.
Así pues, casi como de la nada, fue creada la mitología uruguaya. Hasta
dejamos de ser”Orientales”, cosa que geográficamente nos vinculaba con el
continente, para ser insularmente uruguayos. El sueño batllista de convertirnos
en la Bruselas del sur. No es casualidad. Bélgica y el Estado Oriental, así se
llamaba en principio, tuvieron una misma madre, “inglalaperra”, y fueron
paridas el mismo año de 1830…con la misma finalidad. En Europa , entorpecer la
unidad europea, en el sur la de las Provincias Unidas del Río de La Plata.
Pero todo esto no se enseña en la escuela valeriana. Esto es fruto
“orejano”, del esfuerzo revisionista de algunos tozudos investigadores con
lazos familiares entre los federales vencidos en el siglo XIX. De ese
revisionismo es el fundamento ideológico de movimientos de masas como el
Irigoyenismo, el peronismo, el herrerismo. Este último, Luis A de Herrera, fue
el padre del movimiento de revisionismo histórico latinoamericano, negado por
su tilinga y agringada descendencia.
La paz que sigue a 1904, los sesenta años siguientes, lo que se dio en
denominar “el Uruguay batllista”. Burbuja fundada en la transformación del estado
en patrimonio partidario por parte de Batlle, primero, y luego máquina
clientelar compartida, a partir de 1917, con el colegiado, con la clase
doctoral del Partido Nacional, definitivamente purgado de caudillos montoneros.
Ese edén tenía como fundamento una relación de un habitante cada 24 lanares y
10 novillos, lo que permitía ignorar el fraude de los “términos de intercambio”
del Imperio Británico, al cual buenamente pertenecimos hasta 1945… allí el eje
de rotación del imperio se trasladó de Londres a Washington que hizo en
Hiroshima y Nagasaki el holocausto nuclear sobre el que fundar su dominación.
Los vencedores del nazismo quemaron en un relámpago atómico 120.000 personas,
cosa que a los nazis les llevaba años en pequeños hornos artesanales…pero todo
sea por la humanidad y la democracia occidental.
Pero, llegado el fin de la segunda Guerra Mundial, el poder yanqui se
comenzó a sentir a penas recuperadas las economías de los beligerantes. El
nuevo amo no solo era industrial, era gran productor de alimentos competían con
los nuestros. Los precios internacionales de carnes y lanas se fueron al piso,
y a poco andar el Uruguay entró en crisis. Para 1950/55, fin de la guerra de
Corea, ya nuestra relación no era mas de uno a 24 o uno a 10. Eramos 2:500.000, con las mismas o
menos cantidad de novillos y lanares, con precios de exportación deprimidos y
todo el sistema industrial local dependía de nuestras exportaciones primarias
para funcionar, sea en energía o materias primas. Esto está en la base del desplome
de la paz social del Uruguay de la segunda mitad del siglo XX. La oligarquía exportadora
comienza a ver en la industria un lastre que consume divisas, y en la población
consumidores de carne y lana
exportables… de ahí en adelante la palabra crisis se convierte en la primer voz
del castellano entre nosotros. Inflación y desocupación comienzan a minar las
bases de la convivencia social…pese a todo el mito del “Uruguay batllista”, el
“Uruguay del Maracaná”, perdurará una década en el imaginario colectivo… hasta
que aparecen los Tupamaros.
El MLN fue un revulsivo que conmovió a toda la sociedad, penetró todos
los estratos sociales, barrió con todas las atomizaciones políticas de un país
con una izquierda testimonial, con un electorado de menos del 10%, canalizando
el descontento de mutitudes que no pertenecían a esa izquierda
“ideológica”.¿Cómo pasó esto? Pasó por la lenta sedimentación del nacionalismo
revisionista, potenciado por el golpe
gorila antiperonista en Argentina, que nos obligó a convivir con los exiliados
derrotados, en un país cuyos gobiernos y gran parte de la opinión mediática,
fueron antiperonistas y golpistas. Pero esa influencia, política y cultural,
son los tiempos del auge del folklores argentino entre nosotros. Se comienza a
discutir la historia oficial colorada…Pero a partir del 1/1/1959 una luz surge
en el continente: la revolución Cubana había derrotado al régimen mas corrupto
de América sin apoyo externo, con sus solas fuerzas…
Esto conmueve a América Latina y lleva a muchos a pensar en que esa es
la vía a la liberación nacional. El ejemplo y el método en sí, la lucha armada, se constituyen
el aglutinador de voluntades. De ahí que se impone la acción a la discusión
política que nos había entretenido y atomizado durante décadas en discusiones
de boliche. Es alrededor del método que se junta la gente. Vienen de la
izquierda testimonial algunos, pero muchos, las mayorías, provienen del partido
nacional, el montonerismo saravista, trasmitido por la literatura uruguaya, el
lema “Patria para todos o para nadies”, es levantado por Javier de Viana entre
los gauchos de las patriadas del 97 y del 04. El Cielito de los Tupamaros,
termiaría conviertiéndose en su himno, pese a ser una creación poético-musical
de un blanco tradicionalista. Pero el ambiente estaba para la épica, para el
heroísmo revolucionario, no para las discusiones bizantinas. Y la prueba de
esto es que apenas el movimiento se detiene, a fines del 70 estaban casi todos
presos, es en los calabozos de Punta de Carretas y en las cárceles de mujeres,
que aparecen las “discusiones idelógicas”-seispuntismo- que atribuyen la
derrota a una “presunta falta de ideología”, típico de la filosfía unitaria,
tratar de forzar la realidad a sus creencias,”amoldar la cabeza al sombrero”,
como decía Jauretche. Y por ideología solo se entendía la aceptación del
catecismo marxista leninista. Así pues surgen los sectarismos en el movimiento
que comienza a perder coherencia por falta de raigambre histórica y cultural
propia.
Pero esta historieta de las discusiones de las direcciones en cautiverio
poco importaban a la gente que veía en el movimiento una bandera de redención,
y con pocos símbolos y recursos, se fue creando lo que necesitaba la hora: un
sentido de pertenencia, de ser colectivo: “la orga”, “el Movimiento”, de por sí
explicaban todo y pedían todo a todos, voluntad y disciplina. Como una religión, unidos en rudimentaria
trinidad, algunos nombres que comenzaban a sonar famosos, Sendic, Marenares,
Lluveras, y el “espíritu santo” de la fe popular, comenzaron a mover a un pueblo aletargado por la corruptela, el
clientelismo y la mediocridad de una vida
que solo parecía tener un destino: emigrar.
Por eso, porque los pueblos si no tienen mitos los crean, porque los
mitos son la representación del colectivo, son imprescindibles para generar
conciencia y voluntad comunes.
La gran
conquista no es la derrota que unos hombres infligen a otros hombres. La gran
derrota es cuando los dioses son vencidos, cuando las creencias del ser
colectivo son diezmadas. Entonces se nos hace patente que “los dioses nos han
abandonado”.
Y esta es el sentido de esta
ofensiva mediática contra del mito del MLN.
No importa mucho cual sea la
verdad histórica. ¿Acaso se cuestiona un creyente la santísima trinidad, ni el
espíritu santo encarnado en el cuerpo de Jesús?
Si se demuelen los principios de las creencias en aras de una presunta
“verdad histórica”, lo que queda es el vacío total.
Los mitos tienen sentido pero no
explicación. De Artigas no nos interesan sus falencias , sus pecados, no
recordamos ni a los que fusilo ni a los que perdonó, lo necesitamos por lo que
es en el hoy, no por lo que fue ayer.
Los que defenestran los mitos ajenos tienen a su
vez sus propios mitos que los hacen formar parte de un colectivo. Creen en Adam
Smith, en leyes del mercado”, en “la democracia representativa”, hasta
creen que el dólar, que su tótem,
universalmente impuesto por el terrorismo
nuclear norteamericano.
Pero esto no puede ser comprendido
por esos plumíferos gorriones de basurero que fungen de periodistas.
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