El Pepe, de familia de blancos chacareros, vino a Montevideo tras las huestes de Chicotazo, líder ruralista de fines de los 50”, acompañando a la juventud herrerista que seguía al diputado Enrique Erro.
Vivió, como muchos de esa generación, la peripecia de la esperanza del triunfo blanco, el fin del predominio del “partido de la Defensa”, tras 93 años de ostracismo de la patria. El movimiento liderado por Nardone ,alias “Chicotazo”, puso en el tapete al otro Uruguay, el Rural, con toda su postergación histórica, en un país que había quedado “huerfano de metrópoli”, el Imperio Británico que nos inscribiera, tal como lo describía Luis A de Herrera en su “Lord Ponsomby” y “El Uruguay Internacional”, habían muerto. El mismo Herrera lo había percibido, al constatar el desmadre imperialista yanqui contra el gobierno popular y nacional de Perón en Argentina, convirtiendo al Uruguay en su “playa de desembarco “, intentando instalar bases militares, como hoy lo hace en Colombia, al ruido de la guerra . Mucha buena gente cayó en esta trampa intelectual, pero Herrera supo sobreponerse, y colocarse al frente del movimiento americanista. Son los tiempos en que Herrera publica “La Pseudo Historia para el Delfín”, en el que desnuda la confabulación antiamericana del “partido de la Defensa” y su compinche la oligarquía porteña.
Pero, es de justicia agregar, que Herrera no hubiera sido posible sin Batlle, éste hizo una brecha en el viejo “partido riverista”, introduciendo una visión humanista de la sociedad que hizo posible la fructífera coexistencia partidaria en el primer tercio del siglo XX, posibilitando el “estado de bienestar”, único en el continente americano, que luego, en manos de sus sobrinos y partidarios, degeneraría hasta volverse irreconocible. Batlle hace posible la reconciliación de los partidos luego de Masoller, por primera vez, no se terminó como Paysandú, fusilando a los rendidos y degollando de los heridos…Una amplia amnistía y pensiones para “los servidores de 1904” selló la paz.
Bebieron en estas vertientes herreristas jóvenes intelectuales como, el recién desaparecido, Alberto Methol Ferre, dando lugar a un movimiento intelectual denominado “Nuevas Bases”, que iría a remover a toda una generación que se planteó “el Uruguay como problema” a resolver.
Pero, las esperanzas de cambio de rumbo, de reorientar un país especializado proveedor carnes baratas a Inglaterra, murieron al “pasarse con armas y bagajes” Nardone al enemigo. Se imponía lograr un país productor diversificado en mercados y productos con valor agregado industrial. Pero no fue, se impuso el achique del país a la medida de una oligarquía rapaz y ramplona.
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Cuando Herrera se enteró, por Haedo, de la traición, mandó a Enrique Erro, su promesa mas joven, a frenarlo. Así en uno de los últimos actos de campaña de 1958, frente al local de Erro en Cerro Largo y Rondeau, estaba éste tratando de demoler, a último momento, la imagen de Nardone ante una masa de gente allí aglomerada.
Ya hacía rato que el acto había dado comienzo, para la multitud ya Nardone era “mala palabra”, es en ese momento que llega, tarde a la convocatoria, el paisanito de la bicicleta que había dejado en Paso de la Arena su quinta de flores para concurrir al acto. Ese paisanito oye nombrar a Chicotazo y grita:”Viva Nardone”, sus amigos debieron rescatarlo del público que pensó que se trataba de un provocador, para explicarle el cambio de línea operado…Ese paisanito era el Pepe.
Pasaron los años y toda una generación entró en la sangrienta década de los sesenta. América hervía de corrientes de pensamiento que planteaban había llegado la hora de la liberación. Allí estaba el ejemplo de la revolución Cubana para probarlo… podíamos colarnos en medio de la puja entre rusos y yanquis, como lo hiciéramos un siglo y medio antes, cuando España era debilitada por Inglaterra y Francia en sus pujas imperialistas. Y esa generación jugó su carta, puso todo en la apuesta, vida y hacienda. Pero no pudo ser, como no pudo ser la resistencia artiguista contra los portugueses, porteños e ingleses confabulados. Como no pudo ser la heroica resistencia de Leandro Gómez contra la Triple Alianza de brasileros, porteños y el traidor Flores.
Siempre la derrota a los americanos nos vino de adentro, pudimos vencer a los ingleses cuando nos invadieron, pero no a sus agentes locales.
Y el Pepe y su generación mordieron el polvo de la derrota, unos murieron, él y miles sufrieron la sevicia de los mercenarios locales.
Pero, de las derrotas se aprende más que de las victorias. Así como uno de los hijos de los vencidos en Paysandú, Herrera, devendría esa oportunidad de medio siglo de paz y prosperidad oriental, seguro que de esta generación, de la que Pepe es uno de sus exponentes mayores, saldrá un nuevo tiempo de paz y prosperidad para los orientales.
Pepe es oriental y federal, un americano de ley, que ha aprendido de sus mayores la historia, Artigas, Leandro Gómez, los Saravia, Herrera y Erro, probado en su cuero los reveses de la vida, larga vida de servicio a la causa pública.
Y, porque, como dijo Fierro:” es hora que venga a “un criollo en esta tierra a mandar”, que asuma el legado de Hernandarias y nos eleve a la condición de “país agro-inteligente”.
Es la vida del Pepe síntesis de un tiempo de luchas, con derrotas y victorias, siempre parciales. Hombres y nombres son transitorios, lo perenne son las causas, hilo histórico sólo roto por parciales amnesias colectivas, que hace ese “nosotros “que llamamos Patria. Si, Patria para todos como quería Aparicio, para “nuestros hijos y los hijos de nuestros adversarios”, al decir Don Pepe Batlle.
Vivió, como muchos de esa generación, la peripecia de la esperanza del triunfo blanco, el fin del predominio del “partido de la Defensa”, tras 93 años de ostracismo de la patria. El movimiento liderado por Nardone ,alias “Chicotazo”, puso en el tapete al otro Uruguay, el Rural, con toda su postergación histórica, en un país que había quedado “huerfano de metrópoli”, el Imperio Británico que nos inscribiera, tal como lo describía Luis A de Herrera en su “Lord Ponsomby” y “El Uruguay Internacional”, habían muerto. El mismo Herrera lo había percibido, al constatar el desmadre imperialista yanqui contra el gobierno popular y nacional de Perón en Argentina, convirtiendo al Uruguay en su “playa de desembarco “, intentando instalar bases militares, como hoy lo hace en Colombia, al ruido de la guerra . Mucha buena gente cayó en esta trampa intelectual, pero Herrera supo sobreponerse, y colocarse al frente del movimiento americanista. Son los tiempos en que Herrera publica “La Pseudo Historia para el Delfín”, en el que desnuda la confabulación antiamericana del “partido de la Defensa” y su compinche la oligarquía porteña.
Pero, es de justicia agregar, que Herrera no hubiera sido posible sin Batlle, éste hizo una brecha en el viejo “partido riverista”, introduciendo una visión humanista de la sociedad que hizo posible la fructífera coexistencia partidaria en el primer tercio del siglo XX, posibilitando el “estado de bienestar”, único en el continente americano, que luego, en manos de sus sobrinos y partidarios, degeneraría hasta volverse irreconocible. Batlle hace posible la reconciliación de los partidos luego de Masoller, por primera vez, no se terminó como Paysandú, fusilando a los rendidos y degollando de los heridos…Una amplia amnistía y pensiones para “los servidores de 1904” selló la paz.
Bebieron en estas vertientes herreristas jóvenes intelectuales como, el recién desaparecido, Alberto Methol Ferre, dando lugar a un movimiento intelectual denominado “Nuevas Bases”, que iría a remover a toda una generación que se planteó “el Uruguay como problema” a resolver.
Pero, las esperanzas de cambio de rumbo, de reorientar un país especializado proveedor carnes baratas a Inglaterra, murieron al “pasarse con armas y bagajes” Nardone al enemigo. Se imponía lograr un país productor diversificado en mercados y productos con valor agregado industrial. Pero no fue, se impuso el achique del país a la medida de una oligarquía rapaz y ramplona.
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Cuando Herrera se enteró, por Haedo, de la traición, mandó a Enrique Erro, su promesa mas joven, a frenarlo. Así en uno de los últimos actos de campaña de 1958, frente al local de Erro en Cerro Largo y Rondeau, estaba éste tratando de demoler, a último momento, la imagen de Nardone ante una masa de gente allí aglomerada.
Ya hacía rato que el acto había dado comienzo, para la multitud ya Nardone era “mala palabra”, es en ese momento que llega, tarde a la convocatoria, el paisanito de la bicicleta que había dejado en Paso de la Arena su quinta de flores para concurrir al acto. Ese paisanito oye nombrar a Chicotazo y grita:”Viva Nardone”, sus amigos debieron rescatarlo del público que pensó que se trataba de un provocador, para explicarle el cambio de línea operado…Ese paisanito era el Pepe.
Pasaron los años y toda una generación entró en la sangrienta década de los sesenta. América hervía de corrientes de pensamiento que planteaban había llegado la hora de la liberación. Allí estaba el ejemplo de la revolución Cubana para probarlo… podíamos colarnos en medio de la puja entre rusos y yanquis, como lo hiciéramos un siglo y medio antes, cuando España era debilitada por Inglaterra y Francia en sus pujas imperialistas. Y esa generación jugó su carta, puso todo en la apuesta, vida y hacienda. Pero no pudo ser, como no pudo ser la resistencia artiguista contra los portugueses, porteños e ingleses confabulados. Como no pudo ser la heroica resistencia de Leandro Gómez contra la Triple Alianza de brasileros, porteños y el traidor Flores.
Siempre la derrota a los americanos nos vino de adentro, pudimos vencer a los ingleses cuando nos invadieron, pero no a sus agentes locales.
Y el Pepe y su generación mordieron el polvo de la derrota, unos murieron, él y miles sufrieron la sevicia de los mercenarios locales.
Pero, de las derrotas se aprende más que de las victorias. Así como uno de los hijos de los vencidos en Paysandú, Herrera, devendría esa oportunidad de medio siglo de paz y prosperidad oriental, seguro que de esta generación, de la que Pepe es uno de sus exponentes mayores, saldrá un nuevo tiempo de paz y prosperidad para los orientales.
Pepe es oriental y federal, un americano de ley, que ha aprendido de sus mayores la historia, Artigas, Leandro Gómez, los Saravia, Herrera y Erro, probado en su cuero los reveses de la vida, larga vida de servicio a la causa pública.
Y, porque, como dijo Fierro:” es hora que venga a “un criollo en esta tierra a mandar”, que asuma el legado de Hernandarias y nos eleve a la condición de “país agro-inteligente”.
Es la vida del Pepe síntesis de un tiempo de luchas, con derrotas y victorias, siempre parciales. Hombres y nombres son transitorios, lo perenne son las causas, hilo histórico sólo roto por parciales amnesias colectivas, que hace ese “nosotros “que llamamos Patria. Si, Patria para todos como quería Aparicio, para “nuestros hijos y los hijos de nuestros adversarios”, al decir Don Pepe Batlle.
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