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LA LIBERTAD ENTRE LA CADENA Y LA ESPADA

En la escuela nos enseñaron aquello de que el Uruguay es un país unitario y nuestros vecinos son países federales. Nuestra ingenuidad escolar no daba al término unitario otro sentido que el de un estado centralizado, lo cual es cierto, pero tenía otros significados históricos, la contraposición entre federales y unitarios que aparece ya con Artigas, y se prolonga durante todo ese siglo, pero que aquí vendrá a llamarse blancos y colorados. También era una contradicción entre concepciones económicas adversas, libre cambio o llamado también libre comercio, y proteccionismo comercial e industrial. Son todas manifestaciones, facetas del mismo problema. Pero también todo esto tenía un substrato filosófico, simbólico, que tendía a uniformizar las percepciones de los hombres en cada uno de los bandos en pugna. Los rituales, el simbolismo y hasta cierto misticismo filosófico agnóstico, fueron el cabal sustituto de la religiosidad política dentro de un estado que debía armonizar, judíos, calvinistas, católicos e islámicos, como consecuencia de una copiosa inmigración.
Esta religiosidad agnóstica llenó a la ciudad de símbolos, cargó al lenguaje de múltiples significados, exponiendo las plazas y espacios públicos, sus simbólicos significados, como en tiempos de la colonia lo hiciera la religión católica como la religión del estado.
La religión del estado cambia, del catolicismo del Rey de España, al agnostisismo , una nueva simbología invade los espacios públicos.
Nuestra principal avenida, 18 de Julio, ex -camino a Maldonado, va reuniendo la simbología del estado a lo largo del espacio y del tiempo.
El primer elemento simbólico instalado fue la “columna de la paz”, hoy popularmente conocida como estatua de la libertad. Esta columna de la paz se coloca en un espacio denominado Plaza de Cagancha, en recordatorio al triunfo del Gral Rivera sobre las tropas federales de Echague y Oribe, durante la Guerra Grande.
Luego, en 1865 se planta allí la estatua simbolizadota de la Libertad, que dada la situación de conflicto entre los partidos, las guerra civil permanente, es una “libertad armada”, para ello se le coloca en su diestra un gladio, espada de gladiador romano.
Luego vendrían los tiempos de la reorganización nacional, la paz entre los partidos a partir de 1865, la paulatina organización de la convivencia pacifica partidaria, con la recreación doctoral de los viejos bandos partidarios, los Clubes Libertad, como expresión doctoral de los colorados, el Club Nacional, por los doctores blancos. Así pues se reorganiza la convivencia política partidaria, de 1875 en adelante, En ese tiempo de vida convulsa, un rayo había desarmado a la libertad, por lo cual, puestos a restaurarla de acuerdo a los nuevos tiempos e intensiones políticas, se le sustituye al gladio por un símbolo pacifico y redentor, una cadena con su grillete roto.
Esta imagen de la estatua de la libertad, ya incorporada al paisaje urbano, permanece pacifica hasta 1940. Entre 1938 y 1940, durante la dictadura del Gral.Arq. Alfredo Baldomir, se decide “restaurar” la estatua, y de paso, restaurarle el gladio. Volvemos a la libertad armada de tiempos de la Guerra Grande.
No es casual este hecho. Desde que en esa década del treinta la crisis mundial hace tambalear las relaciones de convivencia ciudadanas, al punto de sucederse en esos años dos rompimientos constitucionales, la del presidente Gabriel Terra en 1931 y la de su sucesor Alfredo Baldomir en 1942. Es en el periodo de este último que se consuma el cambio simbólico que anotamos.
La monumentaria de la ciudad va escupiendo en los espacios públicos la ideología de las clases dominantes, se van construyendo símbolos que concentran significados que penetran el subconsciente de los pobladores. Así pues, para los unitarios de Montevideo, la batalla de Cagancha aseguró, por un tiempo al menos, que las tropas federales que apoyaban la restauración constitucional de Oribe en la presidencia, inicuamente despojado por la intervención francesa coaligada con el sublevado Rivera, pusieran sitio a la capital. Hecho este que se producirá un año después, dando lugar al establecimiento del gobierno y parlamento en el Cerrito, en la Villa Restauración, por el hecho de venir a restaurar el orden y la ley, en lo que luego se llamaría la Unión.
El que el trayecto del camino Maldonado entre Tres Cruces y la Villa Restauración, tomara el nombre 8 de Octubre, en recordación de la paz que en el año 1851, diera fin a la Guerra Grande en el suelo oriental, cambiando el nombre a la villa por el de Unión, es una forma de fijar al piso la historia, la cual, por el curso del tiempo y de las generaciones, va formando parte de la iconografía de la religión del estado.
Pese a todo lo transcurrido, tras tantas paces acordadas y firmadas, de tantas promesas de “ni vencidos ni vencedores”, la libertad sigue de espaldas a la Unión , arma en mano, paso resuelto, enfrenta a Artigas, caballero de la libertad e independencia americanas. La lucha continua.

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