Si para los antiguos estadistas gobernar era “distribuir justicia” entre los hombres, en los actuales tiempos gobernar es simplemente “administrar, controlar,” a los hombres por cuenta de otros. ¿Qué otros? Por cuenta de las corporaciones o de sus simples gerentes operativos, sus directores en jefe, o tal vez empleados calificados que han servido a las corporaciones con dedicación y lealtad total, que hacen pasantías como ministros de finanzas o hasta presidentes de nuestras republiquetas oligárquicas. Lamentablemente el papel del ciudadano se ha reducido al de simple avalador al que periódicamente se le presentan mediáticamente consignas para hacerles creer que eligen gobernantes. Como “se ven caras y no corazones”, según decir popular, el pobre pueblo elige caras. Y esas caras son las de simples aspirantes a empleados públicos calificados. Y vino a suceder lo inevitable: que nuestros antiguos ministros de “Hacienda”, cuando creíamos que la teníamos, cambiaron el nombre
Artículos periodisticos publicados en diario La República de Montevideo y otros medios.